Finalmente el alto cargo del gobierno de los EEUU, Lewis "Scooter" Libby ha sido condenado, tal y como era previsible, a 30 meses de prisión en el Plamegate, por la filtración del nombre de la espía que da nombre al caso.
Libby, que ya había renunciado a su cargo como asesor del vicepresidente Cheney, ha cometido perjurio al mentir ante el Fiscal Fitzgerald sobre quién reveló a la prensa la identidad de la agente de la CIA. Tal revelación fue considerada una venganza contra su marido, el embajador Wilson, aquél que en plena guerra de Irak publicó en el New York Times (julio 2003) el artículo "Lo que no encontré en África". En él decía que en su destino diplomático no había encontrado enriquecimiento de uranio en Níger, tal y como habían informado a la Administración Bush.
Se trata de un caso interesante para el derecho a la información, que pude estudiar en el Libro Blanco de la Prensa de AEDE 2006, ya que hay elementos de revelación de información oficial, de protección de fuentes periodísticas y crítica política, sobre el eterno telón de fondo de la relación prensa-poder. También recordamos que, como consecuencia de este asunto, la ex-redactora del New York Times, Judith Miller, estuvo en prísión por negarse a revelar sus fuentes, algo insólito en este lado del Atlántico. No se le aplicó el "reporter´s privilege", el secreto profesional europeo, ya que no es una ley federal.
En EEUU, como en España, la revelación de la identidad de agentes es delito, por eso los cargos acumulan obstrucción a la justicia y perjurio, pues negó en marzo de 2004 haber hablado con los periodistas Russert y Cooper.
El diario El país resume las claves del caso, que se supone cerrado con esta decisión del fiscal.
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